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En la frontera entre Castilla y Aragón se alza la tierra o monasterio de San Millán, que fue pastor en su juventud y luego Abad del monasterio que fundó.
A los 20 años se hizo ermitaño. Se escondió en las montañas de Burgos y allí vivió en la oración 40 años. El núcleo que formó de seguidores se hizo abadía y cultivó el recuerdo de su fundador que paso a ser una de las glorias del monacato peninsular.
Su vida fue escrita por San Braulio, obispo de Zaragoza.
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